La ventaja de ser una marginada es que
la gente se olvida de tu presencia con asombrosa facilidad. Es increíble lo que
se puede llegar a escuchar cuando a la gente a tu alrededor no le importa lo
que puedas opinar, pensó ella tratando de ignorar a los dos chicos y centrarse
en la pantalla de su portátil. No le interesaba escuchar aquello, no quería
escucharlo.
A cada palabra, su fe en la raza
humana y, sobretodo, en el género masculino, se iba hundiendo más y más.
¿Qué le importaba a ella que uno de
esos chicos, que aparentemente llevaba dos años con la novia, aprovechase cada
oportunidad que tenía con su trabajo de DJ para acostarse con otras mujeres de
las que hablaba como si fuesen zorras en celo que prácticamente se le abrían de
piernas al estar con él tres minutos? ¿O qué el otro chico llamase a las becas
Erasmus “Orgasmus”, como al parecer hacían otros tantos, por lo fácil que le
había resultado acostarse con mujeres en el extranjero? Por supuesto, el
segundo también tenía una novia de varios años-
Mientras los escuchaba, la chica no
pudo evitar pensar que lo iba a tener difícil para encontrar novio y,
sobretodo, para mantenerlo. Ella no podía ni imaginarse manteniendo una
relación cordial con esa clase de hombre, mucho menos una relación romántica.
Al pensar en eso no pudo evitar sentir lástima por las pobres chicas que salían
con los tipos sentados frente a ella, y se preguntó qué clase de personas
serían: ¿no sabrían lo que sucedía? ¿Tenían una opinión tan baja de sí mismas
que aceptaban aquello como lo mejor que podían conseguir? ¿O acaso estaban bajo
la impresión de que conseguirían cambiarlos con el tiempo?
Mientras apagaba el ordenador, pensó
que si un hombre le hacía algo así a ella lo mataría. Y no encontrarían el
cadáver.
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