Cada
vez existen más páginas dedicadas a la publicación de historias online, ya sea
de textos originales o derivados de otra obra ya existente, los llamados
“fanfictions”. Estas páginas son muy útiles en el sentido de que ayudan
desarrollar la imaginación de las personas en un mundo cada vez más tecnológico
donde la imaginación va perdiendo terreno contra la televisión y los
videojuegos sin trama.
En
estas páginas se pueden encontrar autores realmente asombrosos, con una gran
imaginación y un estilo que hace que no podamos soltar la historia hasta el
final. Por desgracia en ellas también abunda gente cuyos escritos nos hacen
preguntarnos de dónde han sacado el valor para publicar un texto:
-Son
tristemente comunes los textos sin un solo acento o, en su defecto, en los que
cuyo autor parece creer que cualquier palabra de tres letras o más debe ser
acentuada, descartando aquello que las normas ortográficas nos dicen.
-La
coma parece tener partidarios y detractores; están aquellos que disfrutan tanto
su presencia como para utilizarla cada cuatro palabras e incluso llegar a
sustituir puntos por comas y aquellos que se oponen a su uso, presentando
párrafos de seis líneas sin una triste coma porque ¿quién necesita respirar?
-No
olvidemos el famoso estilo de escribir de los SMS. Es comprensible que al
enviar un mensaje con el móvil o incluso al chatear por internet abreviemos las
palabras para acelerar la conversación, pero de ahí a utilizar este mismo
“estilo” de escritura en lo que pretendemos sea una historia para que otras
personas lean debería parecer una idea absurda. Por desgracia es casi tan
frecuente como las opiniones sobre la coma.
-Desde
jovencitos nos enseñan a hablar inglés y nos inculcan que en ese idioma
solamente se utiliza el símbolo de interrogación final. Está muy bien que nos
hayamos aprendido esta regla, pero no deberíamos sustituir con ella la española
que dice que “en castellano escribimos signos de interrogación al principio y
al final de la pregunta”. Y lo mismo se aplica a los símbolos de exclamación.
-La
“h”, esa letra odiada desde el mismísimo momento en que comenzamos a estudiar
ortografía en primaria. No suena, y no parece tener ninguna razón lógica para
estar, ¿verdad? Entonces, ¿cómo esperan que aprendamos cuándo utilizarla y
cuándo no? Memorizando, amigos, memorizando. Ya sé que eso de ponerla siempre
cuando dudamos, o no ponerla nunca, parece muy cómodo, pero una hache en mal
sitio o una falta de ella puede hacer mucho daño a los ojos de quien está leyendo.
Así que, si no lo hacéis por vosotros, hacedlo por el bien de vuestros futuros
lectores y aprended a utilizarla.
-También
debemos tener en cuenta el dilema “B”-“V”, letras que siguen una normativa
específica a la hora de utilizar una u otra, pero con las que resulta más
cómodo jugar a alguna clase de juego de azar a la hora de utilizarlas antes que
aprender estas sencillas normas.
Cometer
esta clase de errores hoy en día debería considerarse un crimen, teniendo en
cuenta que, además de la cantidad de veces que nos repiten las normas
ortográficas a lo largo de nuestra escolarización, la mayoría de programas de
escritura tienen una herramienta muy útil llamada corrector ortográfico, que
aunque no sea perfecta sí que eliminará los errores mencionados arriba. Si el
corrector no es capaz de descifrar lo que queríais decir, entonces va siendo
hora de plantearse volver a estudiar lengua desde primero.