lunes, 10 de septiembre de 2012

El valor del dinero


Cuando había dinero de por medio era como si la visión de la gente se cegase. Si por ahorrar un par de miles de euros un empresario tenía que deshacerse de los residuos de su fábrica en el mar, lo hacía. Y si era en la tierra entonces le pagaba una pequeña parte de esos miles de euros al dueño de un campo que no daba beneficios para convertir ese lugar en su vertedero particular.

Cualquier cosa valía con tal de ahorrar o ganar dinero. Después, en caso de que la conciencia del empresario todavía no estuviese lo bastante sedada como para sentir remordimientos, bastaba con donar una pequeña cantidad de dinero a una obra benéfica para apaciguarla. O incluso sin sentir remordimientos, después de todo las obras de caridad eran una muy buena carta de presentación.

Era curioso cómo el gran público parecía notar más las buenas acciones que las malas, como, mientras no les afectase directamente a ellos, las personas podían ignorar la devastación de un bosque vital para el planeta o la explotación de niños que deberían estar recibiendo una educación si con ello obtenían algún producto 1que quisieran, supuestamente al precio más bajo. El hecho de que quienes lo hicieran no cobrasen ni siquiera una milésima parte del precio que ellos pagaban por él no importaba, que el bosque fuese destruido a un ritmo tal que no tuviese tiempo de recuperarse no importaba. Para la mayoría de gente, sacrificar algo o a alguien con quien no debían convivir diariamente era un sacrificio aceptable en pos de la comodidad.

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